Nada nuevo seria contados como comenzó esta aventura: un goteo de macutos en carritos seguidos de una pañoleta roja y amarilla, unos pocos grupitos de "pañoleteros" que se convirtieron en un gran circulo, unas palabras de agradecimiento y de reflexión del sentido de este viaje y... una bandera scout!! ¡Eso era!, una gran flor de lis y un cordón blanco redeandola sobre fondo morado! Ese fue el momento en que caímos en la cuenta de que el Escultismo estaría presente en todas y cada uno de las cosas que nos iban a ocurrir.
Después de eso y una rutinaria facturación, la despedida de los padres y empezó la aventura.
El tiempo hasta el embarque se pasó rápido y sin incidentes, tan solo destacaban las caras de estupor del resto de viajeros del aeropuerto al ver un gran grupo de personas con una pañoleta similar al cuello.
En el vuelo se calentó el animo y tan pronto como la cabina autorizó el desabroche del cinturón, cuarenta chavales, todos al unísono, decidieron evitar el mal de altura y pasar las tres horas hablando, pintando a los incautos que dormitaban o haciendo comentarios jocosos sobre "el humo que salía del motor derecho", "el ala que se había desprendido" o "la grieta creciente que había en la ventana". Creemos que los ataques de pánico y ansiedad de otros pasajeros no tienen relación con nuestros comentarios...
Cuando aterrizamos en Copenhague la cosa cambio totalmente. Desde el primer momento comenzamos a ver pañoletas y uniformes de todos los colores. Pero si pensábamos que íbamos bien preparados con nuestras insignias y sudaderas, la realidad es que no somos nada originales comparados con países como Reino Unido, que traen un petate igual con logotipos del Jamboree serigrafiado o con los "veteranos del Jamboree", que traen su uniformidad repleta de todas la insignias acumuladas a lo largo de los años.
El trayecto desde Copenhague hasta Kristianstad pasó rápido. Empezó cruzando a Suecia a través del Puente-Túnel de Oresund, una obra de ingeniería inaugurada hace unos pocos años. De camino a Kristianstad empezamos a concretar el lugar de la acampada y con la ayuda de Alejandro, el papá de un castor y un lobato del grupo que están en Kristianstad, decidimos dirigirnos hasta el lugar del Jamboree y aunque no nos dejaron entrar conseguimos acampar en una granja que hay a un kilometro. Allí coincidimos con un grupo de MSC.
Solo han pasado once horas desde que despegamos en Madrid y las vivencias que hemos empezado a vivir están siendo muy enriquecedoras.
Antes de que anocheciera hemos puesto las tiendas de campaña, hemos compartido nuestra cena (como los Castores!!) y alrededor de una hoguera hemos empezado a conocer a nuestros hermanos scouts de los otros grupos de Madrid y los valencianos de MSC y a canto-berreár con la guitarra los mejores éxitos de la tierra patria... Para que luego digan con motivo que los españoles gritamos mucho.
Son las doce de la noche y ya estamos todos dentro del saco, dispuestos a sacar todo el jugo a este viaje. Un chaparrón a refrescado la tarde pero la noche se antoja apacible. Mañana tenemos que... Lo de mañana es otra histori;, de momento esta es nuestra aventura, lo demás o ruido o silencio.
Sospecho que esto va a estar muy divertido si cada día nos regalas una crónica como esta.
ResponderEliminarJavi, qué pasó con la mochila de Paula? Ya la habéis recuperado?