jueves, 11 de agosto de 2011

4 agosto 2011: Evenu slalom alejemz

"El alma no puede conocer la paz a no ser que rece por sus enemigos"
San Silouan

No puede haber paz sin comunicación, conocimiento y respeto entre las culturas y Baden-Powell lo sabía cuando pidió a los scouts que fueran personas que trabajaran por la paz a través de estas tres vías. Conscientes de esta realidad el día de hoy nos brindaba la ocasión perfecta para hacernos mensajeros de la paz, era el "Cultural Day" o "Día de las Culturas". Durante veinticuatro horas cada país y cada región debía mostrar a los demás sus tradiciones, su folklore, su gastronomía y los valores que estructuraban su sociedad.

El Jamboree era el lugar perfecto para llevar a cabo este objetivo, pues rara vez se daba una situación mejor en la que coincidieran en un mismo espacio y tiempo personas de todo el planeta dispuestos a dialogar y conocer.

Con otro día más de sol y la resaca afectiva del cumpleaños tuvimos que madrugar un poco más de lo normal para asearnos y estar listos a las nueve menos cuarto en el Event Arena para la foto de contingente. Allí se agolpaban grupos de otros países como México o Túnez.

La foto del contingente español no fue normal, no podía ser normal. Al principio nos pusimos los setecientos treinta scouts de ASDE, después se unieron los scouts de MSC y finalmente los de la Federaçió Catalana de Escoltismo y Giatge. Tres organizaciones para representar al escultismo español que podría ser un reflejo de una sociedad. Lo triste es que la organización scout trabaja por y para los niños y adolescentes y como tal debiera ser tajante con las aspiraciones independentistas de cualquier organización, sean del color o la confesionalidad de quieran.

En España el Escultismo esta representado a nivel internacional por la Federación Española de Escultismo (FEE) y esta engloba a ASDE y MSC como miembros de pleno derecho y a la FCEG como organización observadora. Esta división se había hecho patente desde el comienzo del Jamboree en el pabellón de España con tres rincones diferentes, carteles diferentes... (a diferencia de Rusia, que son nueve organizaciones nacionales pero mostraban unidad). Pero lo que los adultos hicieran no debiera verse reflejado en la actividad directa de los participantes, que nos preguntaron el motivo de los grupos.

Reflexiones aparte, contamos con la presencia del fotógrafo oficial del Jamboree para hacernos la foto. En la foto del continente completo, alrededor de mil quinientas personas, el buen hombre se empeñaba en que mantuviéramos los ojos abiertos como si fuera una grave afrenta que el punto de un milímetro que apareciera después en la foto tuviera los ojos cerrados. Los chavales, perfectos adolescentes, cerraban los ojos a propósito para desesperación del fotógrafo y disfrute de todos los demás que veíamos como peligraba la estabilidad de retratista subido encima de un cubo de basura.

La imagen de la foto de ASDE era espectacular con todos los chavales y scouters con el polo scout. Bueno todos no, faltaba Sergio, que para entonces ya había cambiado su uniformidad scout por una camisa plagada de insignias de los Boys Scout of America la cual lucía en todo momento junto con las veninte pañoletas que había conseguido.

Fuimos reduciendo el grupo de las fotos desde el contingente español, al de ASDE, después al madrileño y finalmente por grupos de Madrid y scouters de patrulla.

Desde allí fuimos a la zona de acampada para desayunar y prepararnos para el día. Yo me metí en la tienda de campaña y cuando salí había viajado en el tiempo y el espacio. Era 15 de mayo y la pradera que se extendía delante de las tiendas estaba cubierta de chulapos y chulapas perfectamente ataviados y dispuestos a cantar y bailar La Revoltosa con cualquier gato que se lo pidiese. Era la pradera de San Isidro.

Mientras algunos chavales empezaban a pasear por el subcampo y probaban las delicadezas culinarias traidas por cada país, otros preparaban migas y embutido para ofrecer a los que vinieran a visitarnos. Un deleite para los sentidos que a juzgar por el número de personas que cataron los productos iberos tuvo un éxito considerable.

Yo me uní a la fiesta un poco más tarde, pues tuve que hacer tres visitas al médico por sendos chavales con dolencias menores. El más simpático fue de nuevo Sergio que decidió por cuenta propia ir al médico a pedir una tirita para ponerse en su micro-herida del dedo y que acabó con el dedo vendado de arriba a abajo para evitar que lo doblara todo el tiempo, posición que según él favorecía una rapida curación.

Con los deberes hechos llegaba el momento del placer.

Empezamos paseando por la zona central y en cada rincón que mirábamos había un espectáculo folklórico diferente.

Primero vimos un montaje de baile de México. Un despliegue de música y color que nos permitió conocer los bailes mexicanos desde el norteño Jalisco hasta el sureño Yucatán pasando por la selva de Chiapas y las danzas tribales.

Después nos encontramos en el escenario cercano al campo Summer con un espectáculo en el que los Scouts venidos de Honk Kong representaban la lucha de un guerrero chino con un fiero dragón. Era espectacular en todo sus sentidos, en lo rico y delicado de sus vestiduras, en la belleza del dragón de más de diez metros y en el manejo que tenían de él.

La guinda la puso un bello espectáculo indio en el que más de cincuentas personas subidas al escenario representaron una historia de amor entre los indues ambientada en la India al más puro estilo Bollywood. Muy pocos montajes de los presentados ese día consiguion atraer a más personas y tenerlas atentas y entregadas hasta el final.

Con el estomago lleno en el paseo por los distintos campamentos y muchas ganas de seguir con la jornada pasamos de puntillas por la comida y continuamos buscando un rincón en el que compartir y conocer algo más de la cultura de aquellos que se ofrecieron a hacerlo.

Yo aproveché para hacer algo de colada tras el susto que tuve la noche anterior cuando la bolsa de ropa sucia empezó a moverse y la ropa que estaba dentro a hablar. Mientras me encontraba yo ropa interior en mano frotando, enjabonando y aclarando pasó por allí el ministro de educación y cultura alemán que estaba pasando la jornada en el Jamboree. El buen hombre no tuve mejor persona y situación que ponerse a hablar conmigo mientras sus dos escoltas y la comitiva de recepción observaban y sonreían y el fotógrafo y el cámara del Jamboree inmortalizaban el momento. Con mi suerte seguro que saldría al día siguiente en el periódico calzoncillos en ristre.

Después del bochornoso momento tendí la ropa limpia en el interior del porche de la tienda para evitar ser reconocido como en que le dió la mano a un ministro mientras la otra sostenía intimidades y me fui con Gastón a la zona de cambio de insignias.

Era la primera ve que decidía meterme en aquel zoco internacional y la sensación inicial hizo que me sintiera abrumado por el ambiente que se respiraba. El ochenta por ciento de los allí presentes eran chavales que con mayor o menor avidez ofrecían sus insignias para intentár conseguir aquella otra tan vistosa que había visto a otro contingente. Pero había un veinte por ciento que como hienas hambrientas habrían cambiado a su propia madre a cambio de la insignia que transformara su colección en escepcional.

Un ejemplo de esto ultimo lo presencié cuando un francés de unos treinta y tantos años pretendía conseguir la insignia del contingente de Granada (formado solo por dos personas y una insignia cada uno de ellos) que estaba en poder de Ramiro. El francés, ataviado con una bolsa de papel con infinidad de insignias menores y una riñonera de cuero con las más valiosas, quería a toda costa esa insignia sin querer dar a cambio otra de las excepcionales insignias que guardaba en la riñonera. El francés en cuestión puso en marcha una operación de acoso y derribo que empezó suave pero que fue subiendo de tono ante la resistencia de Ramiro y que acabó a gritos acusando inutilmente al cambista español de falsedad de las insignias madrileñas y españolas. Tras tres cuartos de hora que no habría soportado ningún chaval más pequeño el scout transpirenaico tuvo que abrir su preciada riñonera de cuero para obtener a cambio la insignia granadina.

Mi ineptitud en el tema del trueque era mucho mayor y con los objetivos claros de lo que quería conseguir coloqué un pequeño tenderete en el que ofrecía mi mercancía. Al principio extendí sobre una pañoleta española las más de quince insignias que aun tenía así como las diez pañoletas que me quedaban, las tres camisetas, la sudadero y el cortavientos. Rápidamente, mis compaños me advirtieron que esa era una mala táctica empresarial, debía ir sacando poco a poco mis excedentes para que pareciera que eran exclusivos y así aumentar su valor. Poco a poco y con mucha vergüenza empecé a negociar con los demás y cuando me quise dar cuenta tenía dos pañoletas falsas de Japón, una insignia de Gibraltar, otra de un cantón alemán y un sombrero mexicano. Nada de lo que quería conseguir.

Apresurados por el inminente comienzo de la gala de cierre del Día de las Culturas salimos del mercadillo vuelta al campamento con la bolsa de insignias y el sombrero mexicano bajo el brazo. Desde la zona de cambio hasta las tiendas le estuve dando la charla a Gastón sobre las bonanzas de tener un sombrero mexicano que pesaba mucho y me quedaba pequeño y lo mucho que me gustaba todo lo relacionado con Mexico. Y no sé como, cuando me quise dar cuenta lo había cambiado por un uniforme de los Boys Scout of America. Gastón no daba credito a lo que veía.

Salimos del campamento y nos unimos a la marea de gente que se dirigía al concierto en el Arena Event. En el camino empezamos a animarnos con los demás países y al poco ya nos habíamos unidos a ellos en los canticos.

Llegamos al Arena y una marea de cabezas ataviadas de muchos colores alfombraba ya gran parte de la pradera. Nos acercamos como pudimos hasta la parte delantera del escenario y allí nos dispusimos a disfrutar de un gran espectáculo en el atardecer sueco, con el cielo azul y con mucho por celebrar.

Si en el acto inaugural fueron unos malabaristas de fuego los que nos pusieron la piel de gallina, en esta ocasión fueron unos bikers los que lograron ponernos en piel y vibrar con sus saltos en el aire. Este espectáculo dió paso a unos cantantes de reage y rap que mi brecha generacional me impedía conocer pero ni mucho menos disfrutar. Salté, bailé, canté y me reí como cualquiera de los chavales y cuando acabó el concierto aun tenía ganas de más fiesta.

De vuelta al campamento los chavales de nuestra tropa adaptaron la canción "mi barba tiene tres pelos..." sustituyendo la palabra barba por calva en clara alusión a mi condición capilar. Lejos e enfadarme celebré su creatividad uniendome al canto y creando la versión ska de la misma.

Cuando los chavales se fueron a dormir, los scouters decidimos ir a dar un paseo nocturno por los restaurantes internacionales que habían puesto.

Comenzamos por el castillo medieval que había montado Reino Unido. Allí pedimos unos refrescos y nos sentamos en una mesa libre cerca del "patio de armas" y entonces descubrimos con gozo que habían puesto un yugo de cuello y manos para hacer la foto con el puesto. En ese preciso instante un grupo de ingleses entrados en la treintena decidion gastados una broma a su amigo y meterle por la fuerza en el cepo, a su vez Gastón, entusiasmado con la broma, decidió ayudar cogiendo de un pie para dificultados la resistencia. La broma acabó cuando a la víctima británica le dio un ataque de pánico y tuvieron que avisar a una ambulancia para que le atendieran de urgencia.

Para Gastón era la tercera vez que veía a alguien el el Jamboree con un ataque de pánico y se preguntó que se sentiría, por lo que pidió que le obligáramos por la fuerza a meterse en el instrumento de tortura. Entonces Potaje, uno de los IST canarios, le bloqueó el solo con una llave y le dirigió al yugo para obligarle, con tan mala suerte que le incrustó su barbilla en el madero y casi le rompe los dientes.

Con la experiencia y los refrescos acabados nos dirigíamos a la puerta cuando descubrimos que habían instalado una gran tablón con un dragón y un San Jorge dibujados y por cuyos agujeros a la altura de la cara podíamos asomar la cabeza y tomar otra divertida estampa. Otra vez Gastón, a priori persona prudente y comedida, nos prometió ponerle al dragón unos grandes mofletes y cuando ya teníamos preparada la cámara para el momento asomó Potaje su cara por el San jorge y Gastón su culo por el dragón, lo que desató una gran carcajada entre los siete españoles allí presentes. Mientras todo esto ocurría no nos dimos cuenta de que un gran silencio había estado reinando en el recinto y es que durante el rato en que las blancas nalgas simulaban sendos felones del dragón los demás ingleses miraban respetuosos hacia su bandera que descendía ambientado por un tambor y un flautín.

Avergonzados decidimos salir de allí para cortar un conflicto diplomático en ciernes y nos fuimos a la cama no sin antes pasar por una relajante ducha otra vez en el baño de discapacitados.

El día había sido largo pero muy divertido. Mañana vendría otra historia, pero hasta aquí esta estaba siendo la nuestra y lo demás o ruido o silencio.

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