viernes, 5 de agosto de 2011

1 agosto 2011: Del masculino rugby, el femenino equipaje y la indefinida cena.

"Todos tenemos una manera de jugar, nadie puede ser igual"
Zlatan Ibrahimovic, un famoso jugador de fútbol

Hay cosas que jamás en la vida piensas que vas a hacerlas y una de ellas es que cambiarás de mes en un campamento scout sueco, en Suecia y a orillas de un lago.

Las circunstancias eran curiosas y el cambio de mes, una fecha en la que me fijo mucho desde que hace años descubrí que casi siempre coincidía estando fuera de casa, se producía en esta ocasión en el citado campamento.

La noche fue tranquila, con algún que otro chaparrón muy ligero pero que mojaron parte de mi saco de dormir al sacar los pies por debajo de la tienda en una de mis ya habituales convulsiones nocturnas. Tuvimos que agradecer también la visita de un jabalí que decidió dormir con nosotros y que por la mañana descubrimos que estuvo ocupando el lugar de Jorge...

Estábamos absolutamente cansados, pero la noticia de que en el cielo no se veía una nube nos despertó como el más eficaz de los despertadores.

El desayuno fue ligero, y tras una rápida reorganización del macuto nos dirigimos al mismo lugar en que un día antes nos había dejado el autobús.

La espera fue amenizada por un interesante taller de talla de cuernos de reno. Dos enormes cajas de plástico con cornamentas del este animal nórdico servían de punto de partida para a continuación cortarlo a la medida deseada, tallaron y hacer los agujeros para meterlo como tocho de pañoleta o como colgante. Es curioso como en estos momentos se acuerdan de los hermanos y les preparan lo más bellos presente para cuando vuelvan a verlos.

A las doce, como buen horario sueco, llegó la hora de comer. Al ir entonces a cocinar cayeron en la cuenta de que el menú elegido eran salchichas con ketchup y ante lo inapropiado de la propuesta decidieron esperar a llegar al campamento para comprar y comer.

Mientras esperábamos el autobús, Jorge y yo nos pusimos a entrenar placajes de rugby y los italianos, a su vez amigos especiales de algunas chicas de nuestra patrulla, a la vez roquenublenses consortes y quien sabe si futuros yernos de alguno de vosotros, quisieron unirse al juego. Me ofrecían la situación perfecta y no la desaproveche, dos placajes fueron suficientes para demostrar quien era el gallo del corral y el macho alpha de la manada y que como tal yo era la ley. Demostraciónes de virilidad al margen fue un momento divertido y muy bueno para conocer a los amigos de nuestra gente.

El viaje de vuelta se paso entre canciones de Nino Bravo y Camilo Sesto que, a voz en grito, impedía dormirse al resto del autobús.

A la llegada al Jamboree fuimos raudos a nuestra campa, hambrientos y deseosos de volver a vernos.

En el paseo de banderas que va desde la entrada al Jamboree -elemento puramente scout que desafía todas las leyes de la gravedad y homenajea la estética austera- hasta la Four Season Square varias personas nos hablaron de una mochila perdida por un grupo scout de Madrid la cual habían entregado personal del aeropuerto de Copenhague hacía dos o tres días. Las pistas estaban claras, era la mochila de Paula. Desde que hacia cuatro días nos mandmandan mensaje comunicandonos la fortuita aparición, no habíamos tenido noticia de como ni donde la recibiríamos.

Esto es una gran ciudad casi desconocida por todos y mucho más para los que no "viven" aquí, por lo que aunar y dar lógica a todo este desconocimiento mutuo nos llevo los tres días que hoy acababan con el fructífero encuentro del equipaje. Solo una semana...

Aprovechamos el resto de la tarde paseando por los pabellones nacionales en los que se mostraban las bonanzas y virtudes de cada país y del Escultismo patrio. Pero el rato pasó rápido y tuvimos que marchar corriendo al cuartel general madrileño, donde los setenta y tres gatos del contingente cenaríamos juntos y cantaríamos canciones scout alrededor de la hoguera.

Si cocinar para cuarenta personas había sido empresa difícil durante estos días, hacerlo para el doble se convirtió en imposible con ocho fogones portátiles rodeados de saquitos de hormonas. Al final teniamos lista la "cena" a las diez y media de la noche. Suerte que habían decidido comprar daditos de pollo, ternera y cerdo, así que no tardaron mucho en converirlos en daditos de carbón y mientras cocinaron fueron picando algo.

El fuego de campamento que montamos después fue la envidia del mismísimo Bear Grylls y con solo una cerilla y unos palitos levantamos una hoguera de dos metros de altura.

Cuando los "stewards", vigilantes del Jamboree, llegaron a pedirnos silencio a las once de la noche se lo pusimos muy difícil. Para entonces ya se habían unido al círculo los suecos, noruegos, francese e ingleses. Si se descuidan acaban los mismos stewards bailando con nosotros. Y es que los demás pueden inventar la democracia, el sistema numérico, el código de circulación o la penicilina, pero los españoles somos expertos en hacer fiestas y otra vez más se demostró.

Con dificultades y diálogo acabaron hechandonos a las tiendas y con aún más problemas conseguimos que entraran a las tiendas de campañaran y se tumbaran. Lo de dormir ya es otra guerra.

El desgaste del día, la prisa de la tarde y el ajetreo de la noche hicieron que los scooters no pudiéramos parar, por lo que tras una pequeña evaluación nos fuimos a cenar al único restaurante abierto, una carpa habilitada para servir comidas por motivo del ramadam que hoy empezó. Allí estuvimos con comida típica y un té moruno hasta las tres y media de la mañana. De vuelta a las tiendas vimos como la humedad acumulada en el suelo en los días de lluvia comenzaba ahora a evaporarse formando una niebla densa y cerrada que daba un aspecto fantasmagórico al Jamboree y que empapaba a los chavales que cada día en número mayor decidían dormir de vivac viendo el magico cielo sueco.

El día ya había sido suficientemente largo, ahora tocaba dormir tres o cuatro horas para lo que nos esperaba el día siguiente.

Hasta entonces esta estaba siendo nuestra aventura, lo demás o ruido o silencio.

1 comentario:

  1. Otra vez no puedo seguir leyendo de la risa, ¿quieres decir que mi dulce y tierno niño RONCA cual jabalí?

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