"Ser libre, poder levantarse y dejarlo todo - sin mirar atrás. Decir Sí"
Dag Hammarsköld, diplomático sueco
Tener la suerte de cumplir años en el Jamboree es algo reservado para unos pocos pero cambiar de decena y alcanzar los treinta años es una oportunidad única e indescriptible.
Descansado y reconfortado por la ducha de agua caliente de la noche anterior y con la emoción de que recordar que era mi cumpleaños (lo cual no siempre recuerdo), me levanté de la cama de un salto, dándole un fuerte golpe en la cabeza con una gran placa de hormigón que alguien había puesto encima de mi saco de dormir y en el que ponía "30 años". La realidad de la treintena pesó al momento y me lanzó de nuevo al saco de dormir. Lo que hacía un momento había sido un salto ahora fue un largo proceso de quince minutos de agonía y lucha contra mis párpados.
Fuera de la tienda llegaron las primeras felicitaciones de los chavales que, entre dormidos y a medio vestir iban recordando los múltiples mensajes que les había ido mandando estos días y que los animaba a regalarle lo que quisieran sin ningún limite de coste o volumen y caían en la cuenta de que hoy era el día.
Desayunaron mientras los cuatro scouters preparabamos las ochenta hamburguesas que serían nuestra comida del mediodía. Nuestro desayuno era un lujo que más tarde intentaríamos alcanzar.
Con la comida hecha, un par de tostadas rápidas y la mochila cargada de agua, crema y otros enseres nos disponíamos a salir rumbo a la tercera actividad programada del Jamboree: Quest. Pero justo en ese momento las chicas de nuestra tropa decidieron que debería llevar un enorme cartel de cartón en el que rezaba: "Today is my birthday. Free hugs", feliz cumpleaños y abrazos gratis, un mensaje que anunciaba un día de cumpleaños ajetreado pero muy divertido.
Ahora sí, con el cartón colgado en la mochila, salimos rumbo a la actividad.
Por primera vez desde que empezamos el Jamboree me libraba de la reunión de "unit leaders" y me daba el relevo Pilar, scouter del G. S. Maravillas.
En el camino a la actividad ya empezaron las primeras felicitaciones de la gente y los primeros "free hugs". Pero al llegar a la base central de Quest una gran cantidad de personas de todos los países posibles empezaron a feilicitarme, a abrazaría y a cantarme el cumpleaños feliz en su idioma. Todo esto era un verdadero regalo que si bien no era material si dejaba posos en el recuerdo de este día.
La actividad estaba dividida en varias partes: celtas, vikingos, griegos y conquest.
En la primera de ella, dedicada a los celtas irlandeses debíamos superar varias pruebas de equipo para conseguir runas antiguas e ir intercambiando las repetidas con otras patrulllas hasta completar las seis. La primera prueba que jugamos consistía en bajar todos juntos una estructura triangular de madera en la que estaba subido un miembro de la patrulla, ponerle a la distancia suficiente del suelo para coger unos saquitos y levantarle de nuevo. Otras fueron el lanzamiento de herraduras a ciegas o la carrera de equilibrios.
Después pasamos a Grecia, donde pudimos pescar entre todos y con un alarde de habilidad un castillo y ponerlo en su lugar, guiar a compañeros ciegos a encontrar las piezas de un puzzle y montarlo, dirigimos dos pelotas de golf desde la salida a la llegada de un laberinto de cuatro metros cuadrados y conseguimos mandar una pelota de golf a través de unos tubos controlando su inclinación tan solo con el efecto de nuestro peso colocado al otro lado de un balancín.
Tras un breve descanso, mil abrazos y felicitaciones más y la ingesta de dos hamburguesas con el pan desmigajado por el ajetreo de la mochila nos fuimos raudos a las dos siguientes pruebas.
Antes de entrar en la base vikinga dimos la opción a los chavales de poder elegir si querían continuar con nosotros las pruebas o prefirian continuar con alguna de las infinitas actividades que se ofrecen en el Jamboree. Algo menos de la mitad decidieron tomar esta opción con la condición de aprovechar el tiempo en otra actividad de su interés pero con la garantía de que unos pocos no lo harían. Trece años de experiencia como educador te permite captar rápidamente a los chavales, saber a cuales tienes enganchados y entenderr que los hay que parecen ángeles y no lo son.
La tercera prueba suponía recorrer un laberinto absolutamente caótico por el bosque buscando pruebas en las que encontrar tres números de tres colores diferentes que abrieran el candado que daba acceso a la salida. Con la "eliminación" de los menos motivados la situación cambio sustancialmente y en la primera prueba, en la cual debíamos buscar un numero en una montaña de trozos de corcho, el lanzamiento fortuito de los trozos dio paso a una autentica guerra campal en la que se respiró muy buen ambiente. El resto de pruebas fueron el cruce de un supuesto río con cajas en las que subirnos a modo de puente y que en ningún momento debíamos dejar de tocar y la búsqueda de un numero en un un cubo gigante lleno de pelotas y papel y con unas pequeñas aberturas redondas en los lados como único modo de acceso a su contenido.
Se seguían sucediendo las felicitaciones y en la fila de la ultima prueba una coral de voces blancas de Argentina entonó el "que los cumplas muy bien".
Acabamos esta actividad con una pista americana en la que debíamos sortear vallas, lianas, túneles, tirarnos por toboganes, escalar torreones y golpear un gran cántaro de latón en el menor tiempo posible. Esta era la pueba más animada, tanto que un par de motivados decidieron repetir para comprobar su tiempo mientras otros pocos les cronometrábamos la duración.
Al acabar esta prueba ya solo quedábamos ocho personas de cuarenta.
En el acto de cierre de la actividad le cantaron el cumpleaños feliz a un IST y justo delante de mi otro español cumplía años. Yo no es por malmeter,per para la edad que tenían estaban muy desmejorados...
Desde hay pasamos a la "Most Primitive Experience", una actividad modular en la que habían recreado en el bosque un campa con los usos y recursos de 1907 y en el que íbamos aprender a habilidades manejadas entonces. Nos recibió una bandera scout puesta en un mástil y suspendido este en el aire por unos tirantes amarrados a una construcción scout.
Estabamos dispuestos a hacer todas las actividades propuestas en este modulo, pero la poca disponibilidad de tiempo y la dificultad de la que elegimos en primer lugar hizo que se quedaran muchas en agenda para los siguientes días.
La que más nos llamó la atención para empezar fue una en la que se enseñaba a hacer fuego con metal y silex. Es muy fácil girar la ruedecita del mechero y que salga una llama con la que encender fuego, pero es menos reconfortante que superar el reto de encenderlo con el esfuerzo y el sacrificio que supone el aprendizaje de una nueva habilidad y la satisfacción de lograr el difícil objetivo; pura pedagogía y lo mejor de todo una actividad cargada de educación en valores.
No fue tarea fácil ver salir fuego del nido de paja que teniamos entre las manos. El primer lugar debíamos coger paja, hacer una bola y una pequeña oquedad en ella, tomar un trozo de silex y colocar sobre la piedra una pequeña pieza de algodón carbonizado. Al choque del mosquetón de metal con la piedra y el impacto de alguna chispa sobre el algodón, este ultimo empezaba a combustir sin llama. Era entonces el momento de meterlo en el hueco de la paja, apretaron y soplar fuerte y constantemente para que se avivara la combustión. Sabíamos cuando iba bien porque empezaba a salir humo de entre las manos, el calor aumentaba aun sin llama, entonces había que insistir, persistir el soplido y tener confianza en lograrlo. Una pequeña duda o un parón en el soplido marcaba la diferencia entre el éxito o el fracaso. Un último soplido más fuerte hacía la mágia y de repente te veías con una bola de fuego entre la manos. La paja ardía y el orgullo se ensanchaba por el éxito logrado.
El primero en conseguirlo fue Gastón, scouter del San Agustín y tras él Carmen, del Santiago el Mayor y finalmente yo, con una autoría compartida con Gareth. Los chavales oscilaron entre los que se rendían rápido y los que lograban autenticas bolas de humo y luego se apagaban. Alguno también logró hacer fuego.
Volvimos a las tiendas para prepararnos para la actividad que venía después y al entrar en la tienda de scouters un sencillo sobre blanco con mi nombre me esperaba en la puerta interior. Al abrirlo me encontré un regalo de alguien que jamás me abría imáginado. En realidad era de Ana, la susodicha "señoraesposa" y lo que me sorprendía era que hubiera planificado el regalo así y se hubiese organizado para darselo a alguien en Madrid, que lo hubiera traído ese cómplice y lo hubiera dejado en mi tienda, todo ello superando el escollo de haberlo podido perder junto con el equipaje en el vuelo... Sea como fuere, el regalo, una audio-carta, una cartera y un plan madrileño muy interesante me alegró aun más el día.
Desde hacía varios días se había estado planificando un encuentro de españoles en la "Four Season Square", la plaza central del Jamboree. En este lugar y vestidos de rojo representaríamos una autentica marea roja que dejara constancia de la presencia de los scouts iberos en Suecia. Fuimos llegando con mayor o menor puntualidad (característica típicamente española y fundamentalmente scout) y el ambiente se fue caldeando. Se intentó hacer un circulo gigante para cantar todos juntos, pero un fortuito "Aserejé" por la megafonía central destruyo todas nuestras esperanzas y de repente todos los españoles se fueron juntando en el centro pasando de esta canción a todos los exitos macarenos patrios. Todo un despliegue de buen gusto musical que generó un buen ambiente al que se fueron uniendo scouts de todos los países y que se coronó cuando los diez mástiles de la plaza central fueron vestidos con sendas diez banderas de España. Según los organizadores la mayor y mejor jarana de las que se habían organizado en el Jamboree y que confirmaba la habilidad hispana para hacer una fiesta en cuanto se descuidan. Yo por mi parte aproveché para departir largo rato con Tito, presidente de Scouts de Castilla-La Mancha.
Ellos no quisieron reconocerlo para no dañar mi reconocida humildad, pero tengo clarísimo que la tal marea roja en realidad fue una fiesta sorpresa de cumpleaños. Una verdadera fiesta que al más puro estilo de convocatoria Facebook se les fue de las manos.
El día tuvo la guinda cuando minutos antes de las doce de la noche los chavales y scouters de nuestra tropa se reunieron alrededor de mi y entonando el cumpleaños feliz me regalaron un cálido forro polar de color verde manzana del Jamboree y una camiseta amarilla de nuestro campo.
Una jornada de cumpleaños muy especial en la que me regalaron abrazos de todos los colores, felicitaciones en mil idiomas, un romántico regalo sorpresa y otro fantástico regalo de la tropa, pero sobre todo la posibilidad de vivir todo esto en un lugar tan especial.
Hasta aquí había sido mi día de cumpleaños. Mañana, con treinta años y un día, seria otra historia, nuestra historia y lo demás o ruido o silencio.
Desde aquí, todos nos acordamos de tu cumple y te felicitamos con mucho afecto.
ResponderEliminarGracias por vivirlo con nuestros hijos.
Felicidades por tu cumpleaños Javi y felicidades por tu blog que nos tiene enganchados y miramos todos los dias a ver si hay algo nuevo.Gracias por contarnos la mejor experiencia de la vida de nuestros chicos y por compartirla con ellos.
ResponderEliminarCarlos